El día empezó temprano, tipo 10, hora a la que no estaría despierto si no fuera porque tengo que hacer algo, y ese algo era ayudar a larva con el documental que está haciendo sobre árbitros. Iba a ser una aventura, el plan empezaba a las 11 y media de la mañana y terminaba a las 9 y media de la noche. Involucraba ir a Victoria (provincia, norte), a Wilde (provincia, sur) y a Villa Soldati (capital, norte de nuevo).
Empezamos yendo a San Isidro, y después de mil vueltas para tratar de comprar comida y unos minidisc, llegamos a la casa de Juan Carlos Bizcay, un árbitro internacional, con muchísima trayectoria, que se conocía a todo el mundo del futbol, y tenía una muy linda visión del deporte y de su deber. Costaba creer que ese señor simpático y viejo podía soportar estar a cargo de lo que pasa en un partido, y tener a favor o en contra a un estadio entero. Es mucha presión, de verdad.
Cuando le dijimos quién era el próximo entrevistado, nos avisó de lo turbio que era, y no se equivocó.
Entonces estando casi en San Isidro, lugar que no conocía, atravesamos toda la capital para ir al sur, a Wilde, al comité técnico de instructores de árbitros, "único en el mundo", que también resultaba que era una fletería, para entrevistar a Sabino. Ya su oficina/aula de clases era maravilloso: su mesa, de vidrio, redonda, llena de diplomas abajo y de estampitas de san expedito arriba (parece ser muy popular en Avellaneda). Las reglas del buen árbitro pegadas en las paredes, junto a una foto gigante del Papa al lado de la primer mujer árbitro salida de esa escuela, y demás cosas raras. El señor este además publicaba una revista que debe tener un alcance de 20 personas, asi que antes de que nosotros lo entrevistemos, nos hizo una entrevista a nosotros (sí, cualquiera) y cuando me tocó a mi, me preguntó si me gustaba el futbol y para su sorpresa le dije que no, y entonces repreguntó que qué me gustaba.. "el cine" decidí decirle, sabiendo que era una mentira, pero que era la salida rápida a la pregunta boluda. Entrevista mediante, en la que se encargó de contestar lo que el quiso contestar para hacerse el capo, fuimos al techo, con una perra cachorra que no paraba de tirárseme encima (y yo hacía cámara) a ver el monumento al silbato, monumento bizarro si los hay (y encima era por una anécdota boluda que poco tenía que ver con el arbitraje en sí). Cuando nos fuimos vi una rata trepando por los techos y todo tuvo sentido.
De vuelta en viaje, en el que pasamos a unas cuadras de la lejana casa de mi lejana ex novia, y por otra plaza que también me trajo recuerdos, conocí la cancha de racing, la de san lorenzo, y vi la torre del parque de la ciudad (jamás habia visto siquiera eso), llegamos a la AAA: la asociación argentina de árbitros, en la que después de ver como los árbitros tenian 'hora libre' porque justo era la semana del árbitro, presenciamos una divertiiiiida clase de 2 horas de los puntos 11 y 12 del reglamento, en el que básicamente aprendí cuando se cobra penal, y cuando es mano. Ahora puedo ver un partido de futbol con un poco más de sabiduría. Igual me parece que me quedé un cacho dormido y todo.
Conclusión: a veces me aburro muuuucho en mi vida, pero a veces me planto un poco afuera y me doy cuenta de qué rara se tornó mi vida de pronto.. yendo de una punta de la ciudad a otra, conociendo lugares que ni remotamente conocía, estando en la casa de un árbitro famoso, y presenciando una clase de árbitros en la loma del *ulo. No a todo el mundo le pasa.
El nefasto Sabino, al lado del monumento al silbato.
1 comentario:
Otra conclusión sería que a esa edad los arbitros se ponen medios densos? Me re K-B como quedo la fotito del monumento al silbato. Increible que a alguien se le haya ocurrido hacer uno.
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