4.8.07
calabazas
Hoy papá me pidió que borre cosas de su computadora (17gb mios en una computadora que uso unas horas a la semana) y encontré este cuento que había empezado a escribir hace un par de años, y que paré en el momento en que no se me ocurrió como seguir al siguiente renglón (porque eso exigiría que piense un desenlace).
Pero ahora que lo releí, me gustó y capaz lo siga. Mientras, aca va.
Si, se habia escapado de la fiesta de los grandes, las detestaba.
Detestaba estar sentada mirando pasar la gente borracha que cada tanto le hacía algún comentario al que ella no quería contestar. No solo eso, sino que ninguno de ellos traia a sus hijos para que se queden con ella (ni que les cayeran tan bien, de todos modos).
Era una noche muy linda para no aprovecharla y había escuchado de sus vecinos que las calabazas de este año estaban mas lindas que nunca, asi que sin siquiera ser notada Irina se fue caminando hasta donde no se veía mas (ella sabia como ir) y después de un rato de caminata, de mirar las estrellas y de pincharse un poco, llego a ellas.
La luz de la luna las hacia brillar de un naranja radiante, no parecían reales, y además eran muy grandes. Que ella supiera, las calabazas no son mas grandes que las personas.
Estaba ella junto a la calabaza. Las calabazas. Era un jardín lleno de ellas, con un naranja radiante que iluminaba la luna. Y nada mas. No quería estar mas con ellos, por eso se había escapado. Estaba recostada con la cabeza apoyada en uno de las calabazas y así había estado toda la noche, mientras miraba el cielo estrellado imaginándose historias de personas que gustaban de hacer burocratísimos trámites para comprar estrellas.
Se aburría.
Cambió de posición.
Se sentó.
(...)
Y la imagen de arriba, iba con el cuento, solo que muchos la conocian y nadie lo sabia.
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