23.4.11

el glaciar



Al fin salimos de entre los árboles, al espacio abierto por donde se extendía el cauce de hielo y rocas. Frente a nosotros se alzaba la mole oscura del glaciar, a la que no alzamos la vista, pero sentimos de todos modos la proliferación de oscuridad que brotaba de ella, su indiferencia; y oímos nuevos sonidos escalofriantes que arrancaba el viento de sus anfractuosidades afiladas, y una resonancia profunda, de masa sonora.
[...]
De pronto apareció, rasante y teatral, un rayo de sol, un rayo que atravesó los laberintos de las montañas y el aire cargado de vientos horrísonos, fue a dar en el glaciar, lo iluminó, sobre un fondo de negruras casi uniformes, como un diamante... Entonces la vimos. La vimos durante todo el tiempo, no más de un minuto, que duró esa extravagante luz de sol, y yo he seguido viéndola desde entonces cada día, como un epifenómeno de la luz, de cualquier luz. El cuerpo blanco y desnudo de Rossanna estaba incrustado en el glaciar, unos dos metros debajo de la cresta, es decir, a unos treinta metros del nivel del suelo.


Parte de lo que me encanta de Aira es el imaginario visual que me da, es tan fantasioso y tan vívido a la vez. Me dan ganas de poner todas esas cosas en el corto del rey. Acabo de terminar de leer La Liebre y hacía tiempo un libro no me dejaba una sensación tan linda al terminarlo.

2 comentarios:

inés b. dijo...

Lo queremos tanto a Aira.

SrKaito dijo...

tanto
termino de leer otro, y leo el que me prestaste de una vez