4.2.07

voyeur

Sabado por la noche, vuelvo temprano. Ni me dan ganas de buscarme a hacer otra cosa. Vuelvo a casa y escucho música. Razonamiento rápido: está mi hermano. No, no está, viene de lo de mi vecino. Segundo razonamiento erróneo: mi vecino músico está de viaje y su hijo aprovechó para hacer una fiesta como la otra vez. Miralo al gordito, está poniendo buena música. No, no es él. Ahí lo descubro. Subiendo las escaleras después de buscarme chocolate en rama en mi escondite de chocolate en rama me asomo por la ventanita que dá a algo de la parte de atrás y de al lado de mi casa. No era el vecino que suponía, era el otro que no conozco, y que en realidad no estoy seguro quién es porque no se exactamente la casa de quién es esa. Pero ahí estoy yo, en puntas de pie, mirando por la ventana, en pantalones cortos y sin remera. La ventana da a la terraza de esta casa, y ésta está llena de adolescentes, a simple vista de secundario, vestiditos, seguramente perfumaditos, algunos en el rincón hablando, otros con chicas, haciendo el típico pasito, aunque no sea una canción que tenga pasito. Y me veo ahí, en esa situación, yo y ellos. Dos mundos totalmente diferentes. No quiero estar ahí, pero me fascina la situación de verlos comportarse. Cómo hacen, qué hacen. Love fool de los cardigans, paro lo que estoy escuchando y me pongo a cantar en voz alta. Esa fue la última canción decente: ahora mi OK GO tiene que competir con su Gasolina, mi Travis compite con su "la vamo a pasar bomba con tu hermana". Y en el cielo atrás se ve la tormenta, a ver cuanto tiempo tengo que seguirles compitiendo con mi música alta.

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