10.10.12

halley



Ya que ayer escribí sobre Haeckel, me dieron ganas de hacer posteos sobre más gente de la ciencia que conocí leyendo este último tiempo. Cuando leí A short story of nearly everything, uno de los que más quise fue Edmond Halley, el del cometa. Esto es lo que dice de él.

Halley fue un personaje excepcional. Sucesivamente, a lo largo de una carrera prolongada y fecunda fue capitán de barco, cartógrafo, profesor de geometría en la Universidad de Oxford, subdirector de la Ceca del reino, astrónomo real e inventor de la campana de buceo de alta mar. Escribió con autoridad sobre el magnetismo, las mareas y los movimientos de los planetas, e ingenuamente sobre los efectos del opio. Inventó el mapa meteorológico y la tabla actuarial, propuso métodos para determinar la edad de la Tierra y su distancia del Sol, e incluso ideó un método práctico para mantener el pescado fresco. Lo único que no hizo fue descubrir el cometa que lleva su nombre. Se limitó a descubrir que el cometa que él había visto en 1682 era el mismo que habían visto otros en 1456, 1531 y 1607. No se convirtió en el cometa Halley hasta 1758, unos dieciséis años después de su muerte.

En 1684, el doctor Halley fue de visita a Cambridge y, cuando Newton y él llevaban ya un rato juntos, el doctor le preguntó qué curva creía él que sería la que describían los planetas.Sir Isaac contestó inmediatamente que era una elipse. El doctor, lleno de alegría y de asombro, le preguntó cómo lo sabía. «Porque lo he calculado», le contestó. Entonces el doctor Halley le pidió que le mostrase enseguida el cálculo. Sir Isaac lo buscó entre sus papeles, pero no lo encontró.
Era asombroso. Era algo así como si alguien dijese que había descubierto una cura para el cáncer y que no se acordaba de dónde había puesto la fórmula. Presionado por Halley, Newton accedió a rehacer los cálculos y a escribir un artículo. Cumplió su promesa, pero luego hizo mucho más. Se retiró durante dos años, en los que se consagró a una profunda reflexión y a escribir, dando al mundo finalmente su obra maestra: Philosophiae Naturalis Principia Mathematica o Principios matemáticos de filosofía natural, más conocido como los Principia.
Muy de cuando en cuando, unas cuantas veces en la historia, una inteligencia humana produce una observación tan aguda e inesperada que la gente no puede decidir del todo qué es lo más asombroso: el hecho o pensarlo. La aparición de los Principia fue uno de esos momentos. Hizo inmediatamente famoso a Newton.
La Real Sociedad, que había prometido publicar la obra, se echó atrás alegando dificultades económicas. Había sufragado el año anterior un costoso fracaso financiero titulado The History of Fishes (La historia de los peces) y sospechaba que un libro sobre principios matemáticos no tendría precisamente una acogida clamorosa. Halley, que no poseía grandes propiedades, pagó de su bolsillo la edición del libro. Newton, tal como tenía por costumbre, no aportó nada. Y para empeorar las cosas todavía más, Halley acababa de aceptar por entonces un cargo como empleado de la Real Sociedad, y se le informó que ésta no podría permitirse abonarle el salario prometido de 50 libras al año. Le pagaron con ejemplares de The History of Fishes en vez de remunerarle con dinero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan estos post! quiero MAS (como dice el pibito de la publicidad de tang)

SrKaito dijo...

si, ahora me gustó esto, pienso hacer un par más